Por Felipe Ríos.
Sólo por encimita les hablé acerca de cómo IHG cada día es fuente de innovación para la hotelería global y someramente mencioné acerca de nuestra estrategia para reducir la huella de carbono a través de acciones comprendidas en el programa “Green Engage”; un poquito acerca de cómo, a través del programa “Shelter in a Storm”, cooperamos mundialmente con paliativos para los colaboradores de nuestros hoteles que sufren de alguna desgracia provocada por la naturaleza, o por la malicia humana. También les mencioné cuál es el compromiso de IHG con los estudiantes de hotelería y cómo los hemos canalizado a través de las academias de IHG (IHG Academy).
Pero traté de dejar claro que todo eso es sólo una parte de la ecuación. Cuidar el medio ambiente, sí. Desarrollo de capital humano, sí. Solidaridad con compañeros en desgracia, sí. Ese tipo de ideas han evolucionado, y de ser moda, su promoción se ha convertido en una obligación para garantizar la simpatía de cualquier empresa y sus dependientes, hacia sus mercado y hacia la sociedad. La responsabilidad social corporativa es mucho más compleja y va mucho más allá que difundir una imagen amigable. Como todo y como siempre, hablamos del desarrollo permanente de equilibrios.
Tenemos dos extremos. Uno representado por la tesis de Milton Friedman (premio Nobel de economía 1976), que dice que la única responsabilidad de las empresas es la maximización de las utilidades, bajo el cumplimiento (manipulativo siempre) de las leyes. Dice (haciendo un resumen harto arbitrario) que mientras no se viole la ley, no importa lealtad, compasión, medio ambiente, bienestar social, etc... En el otro extremo encontramos la suposición de que los ejecutivos tendrían la justificación de utilizar indiscriminadamente los recursos de la empresa para remediar todos los males que aquejan a la sociedad.
(…) “El equilibrio se da cuando sus ejecutivos toman decisiones con un sentido de ética, entendiéndolo como la búsqueda y comprensión de la buena vida, vivir bien, la vida digna de vivirse, teniendo en mente qué es lo importante y lo esencial en última instancia, y qué no lo es, qué sirve al conjunto de las metas de nuestra carrera y qué no, qué es parte del negocio y qué está prohibido en el negocio, incluso cuando están en juego las utilidades”. (Solomon, R.C., Ethics and Excellence).
En resumen (Juan M. Elegido, Fundamentos de Ética de Empresa), la responsabilidad social de una empresa debe ser para con sus clientes, sus colaboradores, sus inversionistas, sus stakeholders, la sociedad, e implica:
a) No actuar deliberadamente en perjuicio de nadie; no llevar a cabo actividades que provoquen efectos colaterales salvo por razón proporcionada (entendiéndolo como el bien mayor al efecto y el efecto resarcido); cumplir la ley; no engañar; celebrar contratos equitativos y cumplir con las obligaciones que emanen de ellos; pagar a los accionistas réditos proporcionales a su riesgo.
b) Hacer participar a colaboradores y accionistas en la prosperidad que han contribuido a generar
c) Apoyar iniciativas valiosas para la comunidad
d) Expandir y/o mejorar las operaciones de la empresa, contribuyendo a la creación de empleos, a la satisfacción de las necesidades y a la creación de riqueza en la comunidad.
Y sí, generar utilidades.