Nueve años después. ¿La hotelería en México transita por un ambiente inhóspito?
El 15 de mayo de 2013 me inicié escribiendo artículos de opinión, primero para mi blog Hotelería Mexicana, posteriormente en medios como Buen Viaje, Alta Hotelería y Hospitalitas, entre otros. Mi primer artículo lo titulé: “La hotelería en México transita en un ambiente inhóspito”.
En aquéllos aciagos días, Acapulco y Oaxaca se encontraban paralizados por manifestaciones de maestros y el turismo en esas ciudades llevaba varias semanas totalmente paralizado.
Hoy en día, octubre del año 2022, encontramos las siguientes advertencias del departamento de estado de los Estados Unidos https://bit.ly/3APnyiw:
“Do not travel to: Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Zacatecas”. 6 estados.
“Reconsider travel to: Baja California, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Sonora”. 7 estados.
“Exercise increased caution when traveling to:” 17 estados.
El análisis no es de los medios amarillistas, ni de adversarios del gobierno, sino de los expertos en seguridad e inteligencia que alimentan de información objetiva, comprobable, al gobierno de los Estados Unidos, con el fin de advertir a sus ciudadanos del estado de seguridad en nuestro país.
Hace nueve años, este fue mi artículo:
Los mexicanos somos un pueblo extraordinariamente hospitalario; un país en el que nos desvivimos por las visitas, a quienes queremos mostrar orgullosos lo mejor de nuestra casa, con todo lo que todos los mexicanos sabemos (de memoria): mar, playas, ríos, valles, montañas, selvas, desiertos, volcanes, lagos, bosques, barrancas majestuosas, fauna, flora, gastronomía patrimonio de la humanidad, cultura prehispánica, y una excepcional cultura colonial (sincretismo de nuestra hispanidad y nuestros pueblos originarios convertidos a la cristiandad), arte, música, ciudades universales, pueblos mágicos, gente única, gente buena, país en donde aún la mayoría de las familias viven valores comunes y universales: amor y apego a la familia, solidaridad, espiritualidad, alegría, libertad y muchos etcéteras.
Tal vez por eso sea tan difícil aceptar como cierto que la hotelería en México transita en un ambiente inhóspito.
El mundo, la vida misma no se explica sin paradojas y ésta no es la excepción.
¿Qué mexicano no muestra orgulloso al visitante nuestro Mundo Cuervo? ¿Por cuántos años no presumiré las vacaciones en las que entré con mi familia al Palacio de las Bellas Artes — ¡completamente gratis! — a disfrutar una experiencia musical irrepetible y memorable que se grabó a través de todos nuestros sentidos para toda la vida? ¿Y Santa Lucía y El Parque Fundidora en Monterrey? ¿Y el centro histórico de Querétaro?… El Mesón de la Abundancia en Real de 14, el Mar de Cortez, Chichén, Tulum, Cozumel y sus arrecifes, Bacalar, la Barranca del Cobre ¡Creel!… Las mariposas monarca, ballenas, manatíes, flamingos … ¡Los jumiles! ¡El pulque y el mezcal! ¡Moles! ¡Comer mariscos en Ciudad del Carmen o en Mazatlán! Ir al teatro y visitar museos en el DF. ¡La Guelaguetza!
Un maestro en la Escuela Panamericana (de hotelería) a principios de los ochentas nos decía que “México sólo con Teotihuacán tiene para ser una potencia turística” (el profe Madariaga de origen chileno, hombre culto que había viajado por medio mundo).
Pero ¿Cuál es el estado de nuestra riqueza turística? Con mares contaminados por los propios turistas o por desechos urbanos, industriales o petroleros; con nuestra cultura prehispánica y sus pueblos originarios vivientes, mal tratados, discriminados; con nuestra cultura colonial y monumentos históricos, vandalizados; con nuestra fauna y nuestra flora en extinción; con nuestros bosques y selvas, talados, erosionados ¡Pobre Garibaldi! ¡Pobre Zona Rosa!: Ya no los queremos presumir como atractivos turísticos.
¿Quién afanosamente intenta matar a Oaxaca y a Acapulco? Estoy seguro que no sucederá. Oaxaca es eterna. Acapulco es la cuna de la hospitalidad mexicana. ¡Oaxaqueños y Acapulqueños son más grandes que Masiosare! (quien quiera que sea el tal por cual, extraño enemigo).
Pero ¿Qué le duele a México? Hagamos un ejercicio.
De los siguientes problemas, enumera aquéllos que NO EXISTEN en México, los que NO AFECTEN al país, al turismo o a nuestra hotelería:
Burocracia parásita. Cacicazgo. Carencia de un proyecto de nación. Corrupción. Desinformación. Desorganización. Desvinculación empresa-academia. Discriminación. Falta de incentivos a la inversión para PYMEs. Falta de planeación. Gobierno ineficiente. Ignorancia (falta de educación). Improvisación. Impunidad. Inconsciencia. Influyentismo. Informalidad. Injusticia (o justicia selectiva). Inseguridad. Pobreza extrema. Preeminencia del crimen organizado sobre gobiernos (municipales, estatales, federales). Pugnas políticas. Sindicatos perversos. Terrorismo fiscal.
¿Hasta qué número llegaste?
Nuestra industria vive en un entorno contrario a nuestra naturaleza y los hoteleros en México tenemos la opción de navegar con la corriente, podemos inclusive pescar en río revuelto, o simplemente, hacer todo nuestro mejor esfuerzo para que este mundo no sea un mundo peor. Pero también tenemos la alternativa de poner nuestro granito de arena para mejorarlo.
Mi propuesta.
Estoy convencido de que muchos de nuestros problemas se pueden resolver a través de la educación.
El primer baluarte de la educación es la que damos a nuestros hijos. Esa es responsabilidad y decisión exclusiva de nosotros sus padres. Allí es donde ponemos un alto a ideologías exógenas y afianzamos nuestra cultura única. Y más allá de la familia está nuestra comunidad. ¿Qué responsabilidad asumimos para con ella? Ya educamos a nuestros hijos y ya ¿ahí muere? ¿No debería cada uno de nosotros continuar de manera personal con ese proceso sin fin, el de saber más? ¿Y no debiera cada uno de nosotros alentar a nuestros más próximos en la búsqueda permanente del conocimiento?
¿Y si fuera cierto que la gravedad de nuestros problemas es proporcional a la falta de educación? ¿A quién culparíamos de nuestra situación actual?
¡Ya sé! A los de siempre, a los demás (y a los demás de los demás), a los papás de los demás, a los amigos de sus hijos, a los maestros de la profesora Gordillo, a los maestros de las escuelas privadas, al gobierno (del partido contrario) y sus políticos (de cualquier partido), a los países capitalistas y a los comunistas, a Emilio Azcárraga (tigre y tigrillo), a los padrecitos, a las madrecitas, a los hermanitos, al Dalai Lama, a los Boy Scouts, al entorno.
Siempre encontramos culpables y no nos gusta asumir nuestra propia responsabilidad.
Esta bitácora en línea (blog Hotelería Mexicana) pretende ser un punto de encuentro para aquéllos que creen que nuestro país puede ser mejor a través de la educación y quieren hacer algo por ello, haciéndolo con un enfoque concreto a la educación hotelera. Un medio para compartir conocimiento, para educarnos y educar; un medio para facilitar nuestra búsqueda de un entorno más justo en donde cada uno de nosotros estamos (con nuestra familia y en nuestro trabajo) asumiendo nuestra propia responsabilidad. Creando una comunidad de aprendizaje. Dignificando nuestra profesión. Porque necesitamos que la Hotelería Mexicana viva en el país de la hospitalidad.
Hasta aquí mi artículo de aquél lejano 2013. Confieso que en lo personal estoy totalmente insatisfecho con mi “granito de arena”, y llegando a este punto no dejo de preguntarme si la hotelería en México, como yo lo creía hace nueve años, continúa transitando en un ambiente inhóspito.
¿Usted qué cree?