Liderazgo Maquiavélico.
Y uno que otro jefe hotelero.
No sólo en la política, también en la hotelería hay líderes maquiavélicos. En este artículo trataré de concluir cuáles son las características de este tipo de liderazgo, tomando un breve análisis de algunos de los capítulos del libro El príncipe, de Nicolás Maquiavelo (1469-1527).
Maquiavelo fue escritor, filósofo y estadista considerado el papá de la teoría política moderna. Gracias a su obra El príncipe (1513) se acuñó la palabra “maquiavélico” (RAE) para describir un “modo de proceder con astucia, doblez y perfidia” (perfidia es deslealtad, traición o quebranto de la fe debida).
En El príncipe, Maquiavelo propone que para tener éxito un líder debe ser astuto, pragmático, inteligente, con encanto personal y despiadado (Jobs, Musk, López). En la mayoría de sus planteamientos, Maquiavelo propone soluciones opuestas entre sí, optando siempre por el pragmatismo, aunque se tenga que ser cruel, avaro, destructor, desleal, traidor, etc. Ya que no encontré en el libro aquello de que “el fin justifica los medios”, frase adjudicada a Maquiavelo, tendré que creer que más bien fue quien dijo que “en la guerra y en el amor todo se vale”, o tal vez fue quien inventó esa simpática frase que dice “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
El mérito de Maquiavelo consiste en describir las opciones que los gobernantes de todos los tiempos han tenido para tomar sus decisiones, ofreciendo soluciones conforme a la naturaleza de estos (experiencia, poder económico, capacidad militar, etc.). Desde este punto de vista propone un liderazgo adaptativo, con la capacidad de gobernar bajo cualquier circunstancia.
A continuación, tomo algunos conceptos de El príncipe y hago el ejercicio de ubicarlos en el contexto del liderazgo de una empresa (hotelera de preferencia), o ejemplificando con algunas realidades de nuestra política mexicana.
Maquiavelo dice que un príncipe puede gobernar detentando el poder absoluto, o bien, compartiendo el poder con otros, y concluye que lo mejor es ostentar el poder absoluto. Pongamos el caso de un gerente o jefe hotelero que quiere que se haga su santa voluntad, despreciando cualquier idea o acción que no venga de sí mismo. Es aquel gerente que vela sólo por sus intereses y que no reconoce los méritos de otros.
Cuando se conquista un Estado (cuando se llega a una gerencia), se puede, a) destruir lo que se encuentre, b) dar continuidad y aceptar lo que hay, c) dar continuidad, pero reprochando, vociferando en contra de lo que se encuentra y menospreciando lo recibido. La opción segura para Maquiavelo es arrasar (exterminar) con lo que se encuentre, aunque sea un aeropuerto a medio construir, un sistema operativo, una red social o un centro de consumo de un hotel.
La tesis maquiavélica propone que la crueldad es bien usada si se cometen todos los crímenes al principio, lo que permite que luego, poco a poco, se puedan otorgar beneficios a los súbditos, para hacerlos olvidar las ofensas recibidas previamente. Ejemplo de esto son los directores, gerentes y jefes que quieren imponer el orden y demostrar su autoridad cortando una que otra cabeza en los primeros días de su gestión. Ganan el respeto a través de engendrar el terror. Siendo brutales (La Quina, el negro Durazo, Díaz Serrano, Elba Esther, Rosario Robles, etc., son algunos ejemplos de políticos cancelados por algunos de nuestros maquiavelianos gobernantes).
Para Maquiavelo, tener hombres, dinero y un ejército adecuado califican a un príncipe como capaz, no así sus virtudes, por lo que el príncipe, si no tiene hombres, dinero o un buen ejército deberá refugiarse tras sus murallas y resistir los ataques enemigos. Tener virtudes de nada le servirá. Existen jefes que fueron entronizados en grandes hoteles, que supieron gozar de su poder mientras pudieron, pero cuando el destino los lleva a hoteles más chicos o de menor categoría no saben qué hacer, ni cómo actuar. Serán amargados ratones de oficina.
Un príncipe podría decidir entre ser avaro o ser generoso. Maquiavelo no recomienda la generosidad porque a la larga se puede perder el patrimonio. En cambio, la avaricia permite acumular recursos importantes en momentos decisivos para financiar empresas y ganar guerras, de modo que finalmente será amado por su pueblo. En este sentido, concuerdo con Maquiavelo. Para quienes tenemos la encomienda de administrar una empresa no nos es lícito despilfarrar, ni siquiera por generosidad, los bienes de esta. Pero, SIN SER MISERABLES.
Es mejor, dice, ser temido que ser amado. Viene a mi memoria cuando mi gerente me informó que el corporativo no había autorizado mi promoción a la subgerencia del hotel porque la gente me estimaba y no me tenía miedo. ¿Seguirá vigente esta mentalidad enfermiza en algún jefe?
Se debe poseer la fuerza y astucia al mismo tiempo. El príncipe debe ser capaz de evitar las trampas, como el zorro; pero también de aterrorizar a los lobos, como el león. Tener carácter para enfrentar los problemas, tener la habilidad para analizar la mejor solución, ver más allá. En este sentido concuerdo con Maquiavelo.
Maquiavelo dice que poseer virtudes es bueno, pero que es más importante aparentarlas, afirmando que no toda virtud es buena para el poder y que, en todo caso, la mayoría de la gente sólo juzga por las apariencias y los resultados. ¡Pragmático! ¡Tiene razón! No tanto por los resultados, pero sí, la mayoría de la gente juzga por las apariencias. Sin embargo, aparentar virtudes que no se tienen es ser un cínico mentiroso.
Otros postulados que describen a un líder maquiavélico son:
El príncipe debe evitar a toda costa ser odiado y menospreciado. Sin embargo, ¿Cómo evitarlo si se actúa con tal malicia?
No armar a los súbditos cuando se tiene miedo a la traición. La educación, la capacitación y la información pueden limitarse en un país, o en una empresa, por miedo a perder el poder.
El príncipe no debe allegarse de aduladores, porque estos son mentirosos. Concuerdo.
Maquiavelo describe magistralmente en El príncipe cómo llegar al poder y cómo mantenerlo a costa de lo que sea; pone sobre la mesa la posibilidad de actuar guiado por lo más obscuro que puede existir en el alma de una persona que vive solamente para gozar las efímeras mieles del poder, o bien, la remota posibilidad de buscar la paz de su conciencia. Maquiavelo desnuda al ser humano ambicioso y vil de todos los tiempos.
Y a … uno que otro jefe hotelero.
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Tus Articulo siempre son de mucha motivación para mí, Gracias por enseñar que a pesar de las adversidades, la hotelería es una profesión hermosa de muchos riesgos.