Los inversionistas y operadores hoteleros quieren saber cuándo volverán las cosas a la normalidad; cuándo terminará esta época de escasez y podrán retomar el rumbo de lograr las expectativas financieras de sus hoteles. Pero la pregunta no es cuándo, sino ¿Qué tanto el mundo cambiará después de la Pandemia?
Hace algunas semanas diversos medios de comunicación nos impactaron con las predicciones de Carlos Glatt, un reconocido experto en innovación. El artículo se difundió con el título “Nada Volverá a Ser Igual”. Estemos de acuerdo o no con Glatt, vale la pena que como hoteleros tengamos una postura acerca de cómo enfrentaremos lo que será “la realidad”.
Glatt predice que “los hoteles de trabajo y viajes de negocios desaparecen en un 50%, por lo menos; ya no habrá viajes, congresos o reuniones de trabajo si es que se pueden hacer en línea. El turismo de trabajo desaparece prácticamente. Las llamadas se convierten en video llamadas. Las juntas internacionales en juntas en línea. Los grandes congresos en sistemas tecnológicos. Nuevos lanzamientos de productos en forma digital y tecnologías novedosas”. Quien lee las predicciones de Glatt y está por abrir un hotel, seguramente sentirá (no mariposas) zopilotes en el estómago.
No quiero criticar a Glatt esgrimiendo las versiones con las que los profesionales de la hotelería y turismo hemos explicado nuestra visión de un futuro más optimista; tampoco quiero ofrecer falsas esperanzas a quienes vivimos del turismo en nuestro país.
En México, el regreso -en general- será lento y tortuoso, además de los retos que de por sí ya enfrentábamos antes de la Pandemia, tendremos que lidiar con los cambios en los hábitos de los consumidores. La realidad a la que nos enfrentaremos será diferente a lo que conocíamos.
Los hoteleros deberemos reescribir en una página en blanco: reinventarnos, desaprender, invertir en tecnología, hacer más con menos, convertir los gastos fijos en variables, exaltar experiencias de hospedaje más profundas, optimizar la capacidad de nuestros equipos de trabajo, contratar a los mejores, interpretar y satisfacer las nuevas necesidades de los huéspedes, crear alternativas diferentes, desarrollar negocios complementarios, encontrar nuevos usos para los inmuebles, etc.
La hoja en blanco en la que se ha de escribir el futuro de un hotel es única e irrepetible, no hay un hotel igual que otro. En el camino se vale borrar lo escrito y reescribir una nueva historia, se vale fallar. Pero fallar caro y fallar lento, es asegurar la ruina.
Esa es LA REALIDAD.