Por Felipe Ríos.
La falta de educación trae consigo desinformación, rezago y pobreza.
Comencemos por los propios hoteleros mexicanos. Por muchas razones, justificables (terror) o no (ignorancia-evasión), los hoteleros en México (salvo excepciones) no proveen información estadística confiable de manera sistemática de sus resultados (inversión, ingresos, gastos, índices de satisfacción, éxitos, fracasos, etc.). No existe una ley u organismo de autorregulación que los obligue hacerlo.
Y esto ¿Cómo nos afecta? La hotelería no existe sin hoteles y los hoteles deben construirse en donde generen riqueza. Por lo tanto, un grave problema al que se enfrentan los inversionistas hoteleros es que la información para tomar decisiones en la mayoría de los casos es insuficiente, errónea o falseada y tienen que confiar más en su instinto emprendedor que en el conocimiento de la demanda potencial de su mercado meta o en el potencial razonablemente justificado del retorno sobre su inversión.
Los parámetros y estándares de inversión que utilizan son dictadas por la teoría norteamericana vigente (u obsoleta, la verdad es que nadie la cuestiona), de acuerdo con factores de mercado que no son equiparables entre la mayor economía del mundo y la nuestra. Los análisis de mercado más serios y profesionales en México son de empresas norteamericanas que son excelentes en los Estados Unidos.
Una consecuencia de ésta anarquía son grandes inversiones que no generan riqueza a sus comunidades y extraordinarios proyectos que son frenados por comunidades en donde podrían enclavarse exitosamente si existieran orden, coordinación o proyectos de desarrollo integrador de largo plazo (¿sustentables?) que no obedezcan a intereses políticos; educación, pues.
Sí hay cámaras, confederaciones y asociaciones, que sí trabajan mucho, pero no hay una agenda nacional enfocada en la educación y el desarrollo humano. El gobierno trata, pero cada seis años entra en sus propios conflictos internos, y falla.
Lo que no se puede medir no se puede mejorar. Y nuestra falta de educación nos condena a ser seguidores (segundones) de los países líderes ya que éstos y sus realidades son nuestro marco de referencia, para nosotros inalcanzable. ¿A quién echarle la culpa de que no exista benchmarking hotelero en México? Pero tampoco existe un sistema de información estadística confiable (regional o por plaza), no existe un sistema de contabilidad uniforme, no tenemos un Instituto o un Colegio Mexicano de Hoteleros que haga investigación seria, que promueva las mejores prácticas, que se preocupe por el continuo desarrollo humando y profesional del gremio, que influya en las decisiones de los políticos y que velen por los intereses de nuestra industria.
La hotelería es una actividad sumamente noble y a pesar de todo, en México, el día de hoy sí es buen negocio y sí genera riqueza; sin embargo su potencial es como el del cerebro humano, al que supuestamente desaprovechamos en un 90%.
Las escuelas de hotelería en México pueden coadyuvar a resolver muchos de estos problemas pero tienen que construir el camino en un terreno sinuoso y cuesta arriba ya que no tienen apoyo de hoteleros para desarrollar hoteleros y las consecuencias son graves.
Los grandes hoteles de nuestros principales destinos turísticos prefieren contratar extranjeros para puestos clave y no a mexicanos. Los mexicanos que estudian hotelería en el extranjero se frustran cuando se enfrentan a un mundo no irreal sino surrealista.
Las gerencias y comités ejecutivos de muchos hoteles en México tienden a contratar a personas cuya gran aportación es el abaratamiento de la nómina y el desprestigio de nuestra profesión.
Hoteleros que sí saben, sí pueden y sí quieren me han confesado su temor de llegar a los 50 y perder su trabajo, ¡otra tragedia mexicana! Nuestra industria discrimina a extraordinarios compañeros (hombres y mujeres) sólo porque son mayores de 50 años de edad. ¿Es una burla?: Se busca Revenue Manger de 24 a 28 años de edad con más de 5 años de experiencia, de sexo femenino, extrovertida, excelente presentación, con experiencia internacional para trabajar en hotel de la Riviera Maya (sólo faltó decir: 1.80, 90-60-90). Hay quienes quieren hacer en México lo que saben que es ilegal en sus países y no hay orden que los controle.
También, hay que decirlo, existen hoteleros mexicanos exitosos, que recorrieron un arduo camino y han llegado a la cima. Hoteleros que sí saben, que sí pueden y que sí quieren, que ocupan puestos importantes en hoteles independientes, en franquicias y en operadoras hoteleras, algunos trabajan en el extranjero y otros tienen su negocio propio. Vaya a todos ellos en cualquier parte del mundo que se encuentre nuestro agradecimiento por poner en alto el nivel de ésta noble profesión en nuestro país.
Esta bitácora pretende ser un medio para allanar el terreno en aras de mejorar los niveles de educación en nuestro país; un medio más para identificarnos como un grupo homogéneo con intereses y objetivos comunes, los de la Hotelería Mexicana.
En este camino:
1 Comment
Desgraciadamente estos males que describes son comunes a otras industrias. Coincido plenamente que nuestro principal reto tiene que ver con la educación. Manzanillo tiene unas riquezas enormes en lo turistico. Le pregunto a un hotelero amigo mio y contesta. «No lo sé, pero estoy seguro que nosotros somos los únicos responsables de la estrepitosa caida de este destino turístico».
Tengo una vivencia muy grabada sobre la capacidad de coordinación. Una pequeña ciudad de Inglaterra donde nació Shakespare. Tiene la casa materna, la casa de la suegra, de la abuela, un teatro muy bonito. Antigüedades muy relucientes sólo para turistas. Y llegan decenas de «autocares» diariamente con personas de todo el mundo y durante todo el año. Creo que autoridades, hoteleros y prestadores de servicios tiene un grado de coordinación que ni nos imaginamos en nosotros. Aqui tenemos sindicatos y comuneros voraces, a veces protegidos por la misma autoridad desalentando aún al más osado. Somos cortoplacistas y eso nos saca de la jugada. Las universidades crecen en oferta pero no en calidad o pertinencia en los programas. En fin… Mexico necesita un cambio radical en la educación, a ver si en la proxima generación podemos ver resultados.